ALCALÁ DEL JÚCAR

El río Júcar recorre el territorio de Castilla-la Mancha de manera pausada como sin querer abandonarlo y por ello describe formas onduladas, meandros que van extendiendo su recorrido y van creando paisajes tranquilos en los que el agua es protagonista esencial. El agua y la geología por donde trascurre que hace que en sus zonas calizas se excaven grandes hoces, valles hundidos en cuyo fondo protegido por la vegetación de los bordes trascurre el río. El Júcar recorre 498 Kilómetros por las provincias de Cuenca, Albacete y Valencia, antes de llegar al Mediterráneo. En su recorrido han surgido poblaciones de gran interés en las que la geografía se une al urbanismo y la arquitectura. La geografía como paisaje nos permite recuperar el placer de pensar en esos términos nuestras actuaciones.Del espacio neutro pasamos al espacio de la topografía, de la singularidad. Cada lugar tiene su geografía, cada geografía tiene su peculiaridad capaz de producir una historia y esa historia es capaz de generar un nuevo paisaje.
Así ocurre Alcalá del Júcar es un pueblo espectacular y pintoresco por su ubicación y por su forma de desarrollo. Situado en la provincia de Albacete; su situación y el excepcional paisaje que forma la hoz del Júcar, crean un paisaje singular de gran interés y belleza. Pero lo más singular de Alcalá de Júcar es su ubicación, la topografía del territorio y la forma que adquiere la geología. Una gran montaña de estratos calizos erosionada en formas casi verticales que dejan visibles los diferentes estratos blancos de capas más o menos duras de la roca sobre la que se sustenta.

Cuando se ve la población desde la carretera que llega al pueblo de Casas del Cerro situado a escasos Kilómetros al Sur del municipio, la forma alargada de Alcalá tiene dos caras claramente diferenciadas. La cara Este es la de la forma natural geológica y vegetal. Una gran pendiente de la montaña alargada desciende hasta el fondo de la hoz del río Júcar con una intensa vegetación que nos presenta una visión vegetal con el fondo del agua con sus colores claros. Hay que avanzar para descubrir la fachada Oeste de la montaña, en la que los colores blancos de la roca nos dejan ver, en su pendiente pronunciada, la presencia de una arquitectura que se va apoyando en su estructura formando una ciudad escalonada con cubiertas de teja que parecen arroparse unas a otras.
Sus casas de arquitectura popular, excavadas en la montaña, se adaptan al terreno en calles estrechas y empinadas, trepando hacia el Castillo que se asoma a la hoz que forma a sus pies el río. Una imagen acentuada por la presencia del castillo en la parte superior y la iglesia en la parte más baja que desciende de nuevo hacia el río. El meandro del río Júcar rodea así, por sus dos caras alargadas, el cerro elevado en cuya ladera surge la población.
La visión de la ciudad desde el norte, en la zona elevada que ocupan Las Eras nos da otra perspectiva de la ciudad en su fachada oeste con las pendientes que descienden hacia el rio. Las calles que trascurren en sentido norte sur tienen formas irregulares sobre las que surgen las viviendas de dos o tres plantas a las que se accede por uno de sus laterales dejando fachadas con vistas al valle en otra de sus caras. Calles que se cortan a tramos para ir permitiendo ese recorrido trasversal por el que ascendemos hacia la parte más alta del conjunto urbano. En la zona del río se ha generado un urbanismo de recorridos y espacios que aprovechan la presencia del agua como elemento que convierte el espacio vegetal en ámbito de estancia y de recreo.
Alcalá del Júcar es esencialmente un paisaje de gran belleza. Un paisaje construido desde la geografía del río, desde la topografía de la colina y desde las soluciones constructivas de sus edificios residenciales y públicos. Un modelo de cómo el desarrollo urbano puede y debe integrarse en el entorno natural y cómo de ese diálogo realizado con calidad surge una excelente arquitectura y un magnífico urbanismo. Una ciudad que ha construido su paisaje como historia y cultura que ha conquistado el lugar físico en el que se asienta para llenarlo de valores que van desde los históricos defensivos de su castillo a los aprovechamiento hidroeléctricos del cauce del río. Una ciudad que ha construido en este lugar lleno de belleza, un nuevo paisaje.






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