Así ocurre Alcalá del Júcar es un pueblo espectacular y pintoresco por su
ubicación y por su forma de desarrollo. Situado en la provincia de Albacete; su
situación y el excepcional paisaje que forma la hoz del Júcar, crean un paisaje
singular de gran interés y belleza. Pero lo más singular de Alcalá de Júcar es
su ubicación, la topografía del territorio y la forma que adquiere la geología.
Una gran montaña de estratos calizos erosionada en formas casi verticales que
dejan visibles los diferentes estratos blancos de capas más o menos duras de la
roca sobre la que se sustenta.
Cuando se ve la población desde la carretera que llega al pueblo de Casas
del Cerro situado a escasos Kilómetros al Sur del municipio, la forma alargada
de Alcalá tiene dos caras claramente diferenciadas. La cara Este es la de la
forma natural geológica y vegetal. Una gran pendiente de la montaña alargada
desciende hasta el fondo de la hoz del río Júcar con una intensa vegetación que
nos presenta una visión vegetal con el fondo del agua con sus colores claros.
Hay que avanzar para descubrir la fachada Oeste de la montaña, en la que los
colores blancos de la roca nos dejan ver, en su pendiente pronunciada, la
presencia de una arquitectura que se va apoyando en su estructura formando una
ciudad escalonada con cubiertas de teja que parecen arroparse unas a otras.
Sus casas de arquitectura popular, excavadas en la montaña, se adaptan al terreno en calles estrechas y empinadas, trepando hacia el Castillo que se asoma a la hoz que forma a sus pies el río. Una imagen acentuada por la presencia del castillo en la parte superior y la iglesia en la parte más baja que desciende de nuevo hacia el río. El meandro del río Júcar rodea así, por sus dos caras alargadas, el cerro elevado en cuya ladera surge la población.
Sus casas de arquitectura popular, excavadas en la montaña, se adaptan al terreno en calles estrechas y empinadas, trepando hacia el Castillo que se asoma a la hoz que forma a sus pies el río. Una imagen acentuada por la presencia del castillo en la parte superior y la iglesia en la parte más baja que desciende de nuevo hacia el río. El meandro del río Júcar rodea así, por sus dos caras alargadas, el cerro elevado en cuya ladera surge la población.
La visión de
la ciudad desde el norte, en la zona elevada que ocupan Las Eras nos da otra
perspectiva de la ciudad en su fachada oeste con las pendientes que descienden
hacia el rio. Las calles que trascurren en sentido norte sur tienen formas
irregulares sobre las que surgen las viviendas de dos o tres plantas a las que
se accede por uno de sus laterales dejando fachadas con vistas al valle en otra
de sus caras. Calles que se cortan a tramos para ir permitiendo ese recorrido
trasversal por el que ascendemos hacia la parte más alta del conjunto urbano.
En la zona del río se ha generado un urbanismo de recorridos y espacios que
aprovechan la presencia del agua como elemento que convierte el espacio vegetal
en ámbito de estancia y de recreo.
Alcalá del Júcar es esencialmente un paisaje de gran
belleza. Un paisaje construido desde la geografía del río, desde la topografía
de la colina y desde las soluciones constructivas de sus edificios
residenciales y públicos. Un modelo de cómo el desarrollo urbano puede y debe
integrarse en el entorno natural y cómo de ese diálogo realizado con calidad
surge una excelente arquitectura y un magnífico urbanismo. Una ciudad que ha
construido su paisaje como historia y cultura que ha conquistado el lugar físico
en el que se asienta para llenarlo de valores que van desde los históricos
defensivos de su castillo a los aprovechamiento hidroeléctricos del cauce del
río. Una ciudad que ha construido en este lugar lleno de belleza, un nuevo
paisaje.
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